Acotaciones tras la cuarta pared
Marla Jacarilla (Alcoy, 1980) es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, formación que completó con el máster en Producciones Artísticas e Investigación de la Universidad de Barcelona. Más allá de esa conformidad, el desarrollo de una labor literaria paralela, que compagina con la de redactora en revistas de crítica y análisis cinematográficos, la ha llevado a optar por un territorio de reflexión híbrido con el uso de recursos afines a la práctica artística para explorar el proceso mismo de la escritura. Por su universalidad y omnipresencia, podríamos pensar que explorar la mecánica narrativa del texto nos llevará, de nuevo, a conclusiones inocuas. No obstante, la gran habilidad de Jacarilla consiste en alejarnos rápidamente de ese pensamiento para despertar otra vez la promesa demiúrgica del texto. Sin grandes titubeos, la artista devolverá a la escritura el valor de lo performático.
En esta ocasión, si nos dejamos llevar por lo que nos propone Jacarilla, entraremos físicamente en un espacio reservado a la ficción y seremos testigos de un despliegue dramático en el que un falso demiurgo conversa con unos personajes que son los protagonistas de obras teatrales que muchos ya conocemos. Nos hallamos, pues, ante un ejercicio intencionado de descontextualización y apropiación que, sobre todo, nos pone frente a la compleja incertidumbre de la “personificación”. Cabe entender aquí lo que esto implica, más aún si pensamos en cómo conceptualizamos normalmente los logros de la literatura y cómo los reducimos al desfile de una interminable lista de personajes. La vitalidad de esa personificación, su pulsión, precisamente es producto de las interminables hiperactividades que se derivan de la condición de texto. Todos sabemos que nadie acomete una lectura o escritura sin que se multiplique de forma inmediata la expansión rizomática de numerosas asociaciones. Todos sabemos que la riqueza del texto reside en ese potencial, el de lecturas y escrituras divergentes, tergiversadas, que se niegan a la interpretación unívoca. Admitamos, por lo tanto, que la linealidad narrativa no nos es del todo congénita, que es producto de mucha disciplina, que, en realidad, es el resultado de un esfuerzo de concentración dedicado a regular y controlar esas hipertextualidades que se generan continuamente. El hipertexto es, pues, la condición orgánica del texto, es el lenguaje vivo. Pero, ojo, se trata de una vitalidad entendida como aquello que se realiza en todo momento, performáticamente –un pensamiento mágico, simultáneo, polisémico.
Ante tamaña amplitud de horizontes, Acotaciones tras la cuarta pared nos sugiere una línea exploratoria posible que implica entrar en las entrañas de una arquitectura que, en el contexto teatral, no es más que imaginaria, pero que, en el contexto del Espai Cub, se convierte en objetiva. Aquí, no es necesario “romper” esa cuarta pared porque está provista de una puerta de acceso, un extraño instante de literalidad. En cualquier caso, el cierre del proscenio sustituye las “especularidades” típicas del teatro por una especie de ensimismamiento, un encierro que puede remitirnos al murmullo interno de la persona. Frente a los referentes explícitos de Krapp, Willy Loman, Lis y Berenguer, marcados por una subjetividad conocida, definida de antemano por sus autores, nos vemos forzados a interrogarnos sobre esa otredad, esa caída impuesta por la mise en abyme en que se encuentran los personajes que vuelven desorientados al presente, de nuevo, a nosotros… Extraña oportunidad para ellos de presentarse ante el juicio cruel del tiempo y de la historia.
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- Article a MAKMA revista de artes visuales y cultura contemporánea
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