Estrategias para desaparecer
LÚA CODERCH. Iquitos (Perú, 1982)
Actualmente vive y trabaja en Barcelona. Recientemente ha participado en Ikas-Art (Bilbao, 2010), Patrim'10 (Fundació Vila-Casas, Barcelona, 2010), "Han vingut uns amics" (Espai Barra de Ferro, en colaboración con Lluís Nacenta y Martí Ruiz, Barcelona, 2010), "The Weight of the Words" (Stuffinablank, 2010) y "Enfilar identitats" (KKKB, Barcelona, 2010), entre otras, tanto individualmente como con el Colectivo Turismo. Asimismo, conjuntamente con Dario Reina ha comisariado la exposición "El model absent" (Cercle Artístic de Sant Lluc, Barcelona, 2009), con obras de la colección del MACBA.
Estrategias para desaparecer
Espai Cub, 2011
"Alors soyons nous-même immoral et, si on veut y comprendre quelque chose, allons voir un peu au-delà du Bien et du Mal." – Jean Baudrillard
Un teléfono instalado en el Espai Cub sonará periódicamente y de forma imprevisible.
Lúa Coderch entiende el ejercicio del arte como un acto discretamente subversivo. Por esta razón renuncia a comenzar desde cero y le interesa, en cambio, poner en juego lo que hay, como una forma presente e inmediata de la utopía. Su trabajo se resuelve a menudo en acciones simples, enunciados que declaran una intención más que una solución. Los referentes procedimentales y conceptuales que le dan la pauta son la atención al proceso, la voluntad de invadir todo tipo de disciplinas y realidades al parasitar estructuras y formatos existentes, la búsqueda de la máxima economía formal y la exploración de las nuevas configuraciones que genera el contexto tecnológico.
Coderch aspira a convertirse en un agente activo sin consolidarse de manera visible y estructurada. Al buscar esta evolución hacia formas más ágiles y permeables, le interesan cada vez más el anonimato y la colaboración como vías de formalización y conceptualización, y es en esta dirección en la que está trabajando actualmente.
Para ella existe algo realmente extraordinario en la forma de operar del terrorista. El terrorista desaparece. Para actuar siempre es necesario que, en primer lugar, desaparezca. Antes que nada, como condición irrenunciable, se disuelve en la masa informe de la gente y de los días, se convierte en pura vulgaridad sin nombre, es borroso, indiferente. Cuando reaparece, lo hace mediante la acción, y esta acción siempre es un acto que restaura una dosis de irreducible singularidad en el corazón de un sistema donde todo es esencialmente intercambiable. La acción del terrorista es puramente destructiva, no entiende las reglas del juego o las ignora, es desleal, y por este motivo podría considerarse la acción creativa más extrema.
Evidentemente, este razonamiento es claramente inaceptable. Sin embargo, tal y como dice Baudrillard, seamos inmorales. No se trata de hacer apología del terrorismo (y es arriesgado, porque lo que más rápidamente se pierde son los matices), sino de reconocer que esta deslealtad se encuentra en la raíz de toda acción verdaderamente creativa. Estamos ante la pura exterioridad, ante algo inasumible, que no se podía prever, que no se podía deducir de lo que había.
No obstante, para que suceda esta aparición primero es necesario desaparecer. Desaparecer podría ser equivalente a ingresar (o retornar) a la superficie, lo que, según Deleuze, es la auténtica trascendencia, una masa primordial amorfa, donde solo existen corrientes, lo que llama devenirs.
Este movimiento de disolución, de desintegración, como condición de posibilidad de cualquier acto creativo es el fundamento del proyecto que aquí se presenta.
Colaboradores