Realismo
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David Bestué

Realismo

Del 27 de mayo al 5 de julio de 2015. Sala Gran. BCN Producció'15

El cálculo siempre ha sido el fundamento de la ingeniería. Con él, se trata de dar respuesta a una necesidad básica: asegurar la permanencia en el tiempo de todas esas estructuras que se ensamblan, alzan o desplazan, y que desafían la conclusión irremediable de la segunda ley de la termodinámica, la que lo simplifica todo hasta la nada absoluta. Construir y mantener estables esas complejidades siempre conlleva un gran esfuerzo porque, normalmente, se tiende a obedecer al colapso entrópico. Esta debería ser la esencia última, el estado final de las cosas, ¿verdad? Después del Big Bang deberíamos hablar entonces del Perpetuo Desgaste. Pues no, esas cosas que nos llaman la atención –mientras lo siguen siendo, mientras perduran– configuran la experiencia de lo real, presumen de insistencia. De ahí que sintamos que lo real pertenece a la categoría de lo que es objeto de obstinación.

Para empezar esta edición de BCN Producció’15, David Bestué nos invita a explorar un conjunto de obras que reúne bajo el título Realismo. Realismo es un término duro, intransigente. En España, desde principios del siglo XIX se estudia en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que tiene su sede a pocos metros del Palacio de la Moncloa y donde se imparten estudios que combinan los rigores del cálculo con los de las ciencias empresariales. No es de extrañar que la combinación, en una profesión casi exclusivamente ejercida por hombres y que ha convertido a tantos de ellos en los más ricos e influyentes del país, haya dado tanto de sí entre las jerarquías del poder político y haya marcado tanto el rumbo histórico de la nación. A ese realismo intransigente, a esa mercancía de compraventa exclusiva –llevada a cabo en los despachos ministeriales, en consejerías y en los palcos presidenciales de algún equipo de futbol–, se le ha añadido, en las últimas décadas, un elemento de libertad inesperada: la computarización de los sistemas de cálculo y la tecnificación de la construcción. Bajo esta nueva circunstancia, empezó a desprenderse del encorsetamiento de prácticas anteriores y a adoptar cierto aire de frivolidad formal que se adaptaría perfectamente a la necesidad de una simbología que ansiaba mostrar – según dicen– el progreso del país, pero que, en muchos casos, acabó mostrando la grandilocuencia fanfarrona con la que se pagó la osadía de ciertos proyectos. Y así, sin que la práctica desinhibida de la ingeniería lo meditara mucho, se invocó la escultura como referente formal del experimento y Bestué, sorprendido por las discrepancias de la comparación, empezó a preguntarse –evidentemente– si no deberíamos analizar ese repentino interés desde la perspectiva crítica del arte.

Aunque, como dice él mismo, Realismo apunta a que, en las obras expuestas, “el peso, el equilibrio o la gravedad no se representan, [sino que] son” –y que debemos tomar buena nota de ello–, la inevitabilidad da paso también a un universo en el que aparecen mezclados una serie de alusiones a distintos mundos extratécnicos y un cálculo sumamente escurridizo. Tarde o temprano nos veremos incitados a tomar distintas líneas de fuga: la arqueología, el paroxismo especulativo de la historia y la construcción de nación que se asocia a ella; la medida corporal del espacio o la experiencia que se deriva de sobrepasar la escala humana; las consecuencias de la imposición de estándares y la eliminación de desviaciones locales; la condición de ruina que conllevan las arquitecturas deshabitadas del extrarradio, así como la explotación literaria del imaginario entrópico que caracteriza la morfología geológica del país. Dichas líneas, entre otras, nos ayudarán a discernir el valor de la épica postindustrial que nos rodea.

David Bestué (Barcelona, 1980) es un referente clave para entender la revisión crítica de las vanguardias y los formalismos del siglo XX que se ha llevado a cabo en los últimos años, destacando sobre todo lo relacionado con el desgaste de los discursos postmodernos. Su entrega exhaustiva lo lleva a extender sus exploraciones al ámbito de la arquitectura, y –en este caso– también al de la ingeniería, al utilizar un concepto de espacio que debería entenderse como “prótesis del cuerpo”. Bestué es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona. Ha realizado las exposiciones individuales Aproximación parcial al trabajo de un arquitecto (Sala Montcada de la Fundación ”la Caixa”, Barcelona, 2005, y Arkitekturmuseet, Estocolmo, 2008), Formalismo puro (Sis Galeria, Sabadell, 2010) y Piedras y poetas (Estrany de la Mota, Barcelona, 2013). Ha sido residente en Gasworks (Londres, 2010) y de_sitio (México D.F., 2013). Recientemente ha publicado La línea sin fin, una serie de fanzines escritos conjuntamente con Andrea Valdés.

 

Actividades programadas:
- Visitas comentadas a la exposición con el artista David Bestué
  Miércoles 17 de junio a las 18.30h

- Visita comentada a la exposición con el artista David Bestué y el arquitecto Robert Brufau
  Miércoles 1 de julio a las 18.30h

- Cierre de exposición con la performance de Aimar Pérez Galí
  Domingo 5 de julio a las 12h
  
 Actividades gratuitas sin reserva previa

 

Enlaces

David Bestué

 

Colaboradores

Cafè Schilling

Hangar

Circuit d'Art contemporani de Barcelona

Museu de Badalona

Figueras International Seating

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