Requalificació del cub

Recalificación del Cub, foto cortesía de Mariona Muncunill

Mariona Muncunill, Requalificació del cub

Recalificación del Cub, foto de Pep Herrero

Mariona Moncunill

Recalificación del Cub

Del 29 de octubre al 29 de noviembre de 2009. Espai Cub. BCN Producció' 09

Mariona Moncunill
Recalificación del Cubo
Del 29 de octubre al 29 de noviembre de 2009

 

La crítica a las condiciones institucionales y materiales de la exposición ha sido, desde finales de los años sesenta, una línea de trabajo persistente en el arte contemporáneo. Las paredes de la sala, los sueldos percibidos por los artistas –si es que los llegan a percibir–, la historia del lugar, las condiciones ideológicas e incluso atmosféricas han sido objeto de una deconstrucción sistemática. Aplicar hoy día procedimientos similares a los de esta tradición adquiere un significado distinto. ¡Incluso el intento de rehuir la objetualidad se ha convertido en excusa para producir nuevos objetos!

La operación de desmontaje que Mariona Moncunill aplica al cubo que se encuentra en la entrada de La Capella podría situarse en dichas coordenadas. Pero la cosa se complica algo más si pensamos que esta estructura es a la vez el contenedor ofrecido en el marco de una convocatoria pública a partir de la cual se han elegido cuatro jóvenes artistas. La serie de sus exposiciones queda temporalmente interrumpida por la decisión de desmontar el cubo. El contenedor se presenta ante el espectador como una suma de materiales discretos y todo ello nos hace pensar que no hay nada que ver durante el período en que esta artista, supuestamente, expone. De modo que las reacciones al trabajo se tendrán que considerar como un sustituto del propio trabajo.

 

ENTREVISTA A MARIONA MONCUNILL

En este momento, mientras realizamos esta entrevista, tu proyecto mantiene una cierta indefinición. No está del todo cerrado. Aunque la idea de desmontar el cubo que ha acogido la exposición previa y que debe contener a los artistas que siguen en el programa del Espacio Cubparece formateada en una tradición de crítica institucional, aunque el procedimiento está establecido, aunque el contenido de la obra es la ausencia de contenido, todavía te planteas algunas elecciones formales de última hora. ¿Dudas que la idea por sí sola sea poco atractiva una vez ejecutada?

Al contrario de lo que pueda parecer en proyectos de este tipo, la ejecución de la obra, es decir la formalización final, el detalle de la producción, es lo que da la credibilidad a la idea. La quema por exceso o la traiciona por falta de radicalidad. El equilibrio es esencial, y no por hacer la idea atractiva, que lo puede seguir siendo pese a la ejecución, sino para que esta no pierda convicción y, sobre todo, matices. Con ejecuciones de apariencia sencilla como esta es fácil enfatizar matices a los que no se les quiere dar protagonismo. Justamente, una de mis preocupaciones es rehuir el sobredimensionamiento del papel de esta tradición de crítica institucional a la que tú te refieres. La crítica institucional no es un discurso que me interese especialmente, aunque pueda ser indisociable de una acción como la de convertir el propio espacio expositivo, que además es un cubo blanco, en material de construcción para una escultura. El espacio expositivo no me preocupa, sino que me fascina; y no tanto en cuanto a la relación con la institución, que por otro lado adopta con facilidad cualquier trasgresión respecto a este, sino en relación con el usuario medio (simulamos que existe, aunque sea por un momento) o en relación con los mismos artistas. 

¿Hasta qué punto podría decirse que trabajas con una tradición artística como material de primer orden, y no con materiales concretos o una situación específica?

En buena medida así es. En todo caso, este es el lugar que ocupa, justamente, la tradición de la crítica institucional de la que hablábamos. Pero por encima de esto, existe toda una tradición que apela al espíritu crítico y analítico del usuario, del lector, del espectador y del artista hacia las convenciones tanto narrativas como sacralizadoras en las que nos hallamos inevitablemente inmersos. Se trata de una tradición con especial fuerza durante los años sesenta, pero que sigue vigente en la actualidad. Hay muchos artistas que yo diría que todavía comparten la fascinación por unas normas del juego generadoras de un gran potencial creativo.

Dejar un cubo desmontado, con las cuatro paredes convertidas en unidades discretas, puede parecer un comentario iconoclasta: una negación de la abundancia de imágenes. ¿Crees que tu intervención se hace eco de dicha preocupación?

No, aunque me interesa que despierte esta duda. La iconoclastia solo está como referencia, como flirteo, ya que al fin y al cabo estoy creando una nueva imagen al convertir las paredes –que solo eran espacio y arquitectura– en la obra expuesta. Las estoy trasladando a la categoría de imagen del mismo modo que lo hacían William Anastasi al fotografiar las paredes vacías de la galería o Reinhard Mucha exponiendo vitrinas vacías como si fuesen esculturas.

¿Tú también opinas que el cubo blanco ha dejado de ser el emblema de la neutralidad del sitio de exposición? Yo diría que hay que empezar a deconstruir la caja negra, o incluso las formas líquidas que caracterizan las últimas construcciones de contenedores artísticos.

Aunque el debate en torno al cubo blanco ya ha tenido lugar, todavía colean las consecuencias. El cubo blanco sirve de paradigma para deconstruir otros contextos expositivos. Por eso, justamente un espacio expositivo que sea, literalmente, un cubo blanco –en el caso del Espacio Cub se trata de un cubo físico, no metafórico– me parece un caramelo a la hora de remitir a este debate. Pero no solo en relación con la neutralidad del espacio expositivo que desmembraba Brian O’Doherty, sino también en relación con el contenedor de significado entendido de forma genérica, el medio, sea blanco, negro o líquido.

De hecho, a tu pregunta respondería con otra pregunta: ¿para quién ha dejado de ser un emblema? El problema es que para una gran mayoría el debate nunca ha tenido lugar, y el espacio expositivo, sea el cubo blanco, sea la caja negra, Internet o la calle, sigue siendo, como paradigma, útil para apelar a muchos otros contenedores y generadores de discurso.

Pero también hay otro aspecto que queda disimulado detrás de dicho cubo. Este espacio tenía un protagonismo especial en las bases de la convocatoria, ya que se decía explícitamente que los proyectos tenían que estar planteados para estar expuestos en el interior. Así pues, podríamos hablar también de los concursos y sus bases, y de la complicidad de la institución a la hora de profanarlas.

¿Cuando se vuelva a montar el cubo para hacer la próxima exposición, desaparecerá también tu obra? ¿O por el contrario, quedará de forma permanente inscrita en los materiales de las paredes blancas, independientemente de lo que le pase al cubo en el futuro, aparezca con las paredes montadas o desmontadas?

Esta pregunta podría ser uno de los posibles subtítulos del proyecto.

 

Enlace a la web de la artista

 

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*Imagen 1 y vídeo por cortesía de la artista

*Imagen 2: foto de Pep Herrero

Recalificación del cub, 2009. Mariona Muncunill