1 cm2 de nación
1 cm2 de nación
1 cm2 de nación
1 cm2 de nación
Rainer Krause

1 cm2 de nación

Del 10 de septiembre al 19 de octubre de 2003

...el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola provincia ocupaba el tamaño de una ciudad, y el mapa del imperio, toda una provincia.

Jorge Luis Borges

Efectivamente, fue tal la exigencia de dichos cartógrafos mencionados por Borges que llegó un momento en que se construyó un mapa del tamaño del imperio que coincidía exactamente con el punto desde el cual estaban observando. Por lo tanto, ¿es posible pensar que un mapa es el territorio? Y si no es lo que designa, entonces es como la paradoja de René Magritte frente a la pipa, en este caso diciendo «Este mapa no es el territorio»...

El trabajo de Rainer Krause titulado «1 cm2 de Nación» alude a esta paradoja entre texto e imagen, entre representación y presentación, entre mapa, nación y territorio. El proyecto posee dos partes y ambas están relacionadas con una geografía en particular: la geografía política de España y la piel del artista.

En la primera parte del proyecto, el artista realizó una experiencia en la que reflexionaba crítica e irónicamente en torno a la idea de nación como unidad de identidad asociada a una cultura, una memoria y un territorio específico. Para comprobarlo, se desplazó a los extremos geográficos del mapa español y en cada uno de los cuatro hitos realizó la acción de repartir unos flyers de papel que tenían una de sus caras de color gris y en el centro estaban recortados para dejar un vacío de un centímetro cuadrado a través del cual era posible observar, como si se tratara de un pequeño marco o punto de fuga que encuadraba la realidad. Este calado geométrico y regular iba acompañado de un texto en el que se leía «1 cm2 de Nación», pero en cada ciudad seleccionada se escribió el texto en un idioma distinto: catalán, castellano, inglés y euskera. Junto al reparto de los flyers en un lugar concurrido de la ciudad, se hizo una grabación audiovisual que durante la exposición será presentada a través de cuatro pantallas de televisión , como si fuesen cuatro calados, que muestran experiencias específicas ocurridas en tiempos y espacios específicos.
 

Si acordamos que la territorialidad, definida desde el punto de vista de las ciencias, corresponde a una predisposición innata a defender ciertas áreas del terreno explotado por una especie, podríamos pensar entonces que Krause obliga a pensar en lo entrópicos y a veces absurdos que resultan los límites culturales, étnicos, idiomáticos y territoriales. Sin embargo, su valor reside en que constata que el tiempo y el lugar son coordenadas obligadas para establecer la ocupación y dominio de un territorio. La exclusividad de ocupación con la que suele estructurarse la memoria de sociedades y países debe ser forzosamente defendida sobre la base del establecimiento de un territorio que se postula como «propio».
Por lo tanto, si se puede ocupar un territorio es porque se ha marcado y defendido previamente. Cada una de las ciudades seleccionadas posee en su historia una trama de conflictos que se han resuelto, han sido silenciados o permanecen vigentes. A través de la entrega de los flyers, el artista pudo comprobar que ante la mínima provocación semántica se desplegaba tal cantidad de significados e interpretaciones en torno al sentido de «1 cm2 de Nación» que, en algunos casos, se vio obligado a abandonar el lugar, lo que al mismo tiempo se convertía en una forma más de comprobar que, al mencionar la palabra nación en el idioma del lugar, se activan inevitablemente una conciencia colectiva asociada a «identidad y territorio» y, por ende, las distancias y cercanías de resguardo que se establecen respecto de cualquier «extranjero». Lo que hace Rainer Krause, en un sentido alegórico, es reproducir los comportamientos territoriales y los procesos de territorialización y desterritorialización de la actual «nación» española.

Como trabajo in situ, Krause realizará «1 cm2 de Nació» sobre dos muros de La Capella cuatro breves intervenciones directas (1 x 1 cm) en dos paredes enfrentadas (dos a cada lado). Cada una se referirá a tópicos de la cultura del lugar de la exposición (Barcelona, Cataluña): ubicación geográfica (la tierra), historia (el monumento), lengua e identificación nacional (la bandera).

Si en la primera parte del proyecto el artista se desplazaba a través de distintas zonas de una geografía política y cultural muy diversa, en la segunda parte, titulada «1 cm2 de pell humana» , invierte el movimiento y, en vez de ir a los lugares, trae geografías y culturas distintas hasta su cuerpo en la forma de tres tatuajes. De nuevo, la unidad de medida es el centímetro cuadrado, que esta vez es marcado a través de un tatuaje sobre la piel del propio artista. Linealmente se marca un cuadrilátero que fija un territorio sobre el cuerpo, una zona de exclusividad que, pese a no ser más que un cuadrado con filete negro sobre piel blanca, establece un dentro y un fuera. Sin embargo, para Rainer Krause es necesario delimitar el sentido de la marca sobre la piel, para lo cual, junto a cada centímetro cuadrado habrá un texto tatuado en tres idiomas distintos: catalán, castellano y alemán. Aquí ya no será el territorio geográfico delimitado por la historia, las tradiciones y los hechos, y un territorio estable y permanente ; el lugar de origen es el lugar al que se regresa: esa es la permanencia y pervivencia del territorio; sin embargo, al tatuar un territorio sobre la piel, que habitualmente está asociada a la mutabilidad y al movimiento, se produce una paradoja... pues en este caso, el territorio es anunciado como piel humana, la condición universal de mutabilidad, versus el texto, que a pesar de designar el mismo significado, «1 cm2 de piel humana», de acuerdo con los idiomas designa un territorio que en este momento deja de ser estable y e inmóvil para pasar a desplazarse sobre la piel, que es ahora lo único que permanece.    
 

Simbólicamente, el cuerpo de Rainer Krause quedará convertido en un mapa físico y tectónico de su propia trashumancia vital; su piel dibujará una trayectoria cuya cartografía estará entretejida y entrelazada más allá de la epidermis, como si se tratara de un ciudadano universal con una residencia móvil, rizomática, donde no existen jerarquías entre territorios ni culturas, y donde el principio y el fin de cada nación coincidirá con la mirada en tres dimensiones del viajero.

Ramón Castillo 
Barcelona, junio del 2003

 

Galería del Cerro
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