Aníbal Parada

Cubeer

Del 19 de octubre al 21 de noviembre de 2010. Espacio Cub. BCN Producció'10

Anibal Parada. Cubeer
Aníbal Parada aborda en Cubeer la imaginería del conflicto, evitando caer en los efectos reductores que con frecuencia provocan los clichés mediáticos. El proyecto tiene como punto de partida un caso real y próximo: la gestión del espacio en los dos extremos de la rambla del Raval, entre vendedores ilegales de cerveza de las comunidades de Pakistán e India. El caso opera como un eco de conflictos territoriales internacionales que aquí se convierten en otra cosa, rellenándose de sentidos y significaciones nada nítidas, a partir de las tensiones y fruiciones propias del uso de un espacio ya de por sí “saturado” como es la calle. Por ello, en su formalización final, el Espai Cub se convierte en una plataforma neutra donde hacer visibles todas las dudas que surgen a la hora de aproximarse, desde el arte, al material documental recogido en primera instancia e interpretarlo.
 

ENTREVISTA
Tu proyecto se aproxima a la representación de los conflictos territoriales. Digamos que uno de los escollos ha sido encontrar la distancia adecuada para abordar un tema de ardiente actualidad sin caer en los clichés de los medios de comunicación de masas. ¿Cómo generaste el planteamiento de esta obra?
 
En un primer planteamiento presenté teóricamente el proyecto como un mecanismo que interpelaba el sistema de fuerzas políticas que hoy se organizan en la rambla del Raval, haciendo visible un acontecimiento reciente: la gestión del espacio peatonal de dos extremos, en dos bloques comerciales de vendedores ilegales de las comunidades de Pakistán e India.
Comencé con un estudio etnográfico utilizando la observación y una serie de entrevistas, planteando preguntas a la gente sobre el conflicto en sus tierras de origen y escuchando sus comentarios sobre el fraccionamiento y la repartición de la rambla del Raval. El estudio de campo, como herramienta básica, permite percibir el modo en que algunos usuarios de la calle se dedican a poner en jaque las leyes “cívicas” –leyes que consideran que dormitar en un banco es un acto revolucionario y punible– con un papel activo que permite advertir, en una ciudad cada vez más sitiada y con un control férreo del espacio público, cómo el ser humano construye nuevos sentidos y significaciones a partir de prácticas diarias que no atienden a normativas, todo ello con las tensiones que conlleva cualquier uso “saturado” del espacio y en un lugar emergente por antonomasia como es la calle.

¿Y de qué forma se establece el vínculo entre el “estudio sociológico” y el espacio de exposición?
Hoy, el espacio físico donde se expone el proyecto, un cubo, se muestra como una plataforma neutra para colgar mis dudas, para no perder en ningún momento de vista que lo que se dice mantiene una relación aproximativa con los hechos reales de los que se parte y que esa relación no puede funcionar si no es a costa de renunciar a grandes pedazos de realidad. Quería distanciarme de la concreción de algo cierto.
Como dice Manuel Delgado: “Sabemos que nuestros trabajos [...] son intentos mediante los que [...] intentamos esclarecer los mecanismos de lo real a través de una simplificación de cuyos efectos reductores somos –o deberíamos ser– plenamente conscientes, al igual que de nuestra incapacidad para agotar ese mundo real por medio de la representación modélica que de él hacemos. Mantener esa prudencia y esa humildad es el requisito para que nuestro trabajo como científicos sociales no ignore su incompletitud y su provisionalidad y se niegue a reedificarse en discurso alguno a propósito de una verdad cualquiera.”
Es decir, mi apuesta no sería tanto la representación del otro, sino reclamar una libertad que Delgado define como provisoria e incompleta, pero libre al fin.

El planteamiento inicial del proyecto partía de la intuición que en la rambla del Raval se produce una cierta división territorial entre los vendedores ambulantes de cerveza en función de su nacionalidad. Tu proyecto ha ido mutando desde un comienzo, pero ¿cuáles fueron los motivos del actual enfoque del proyecto?
l enfoque se mantiene, está presente, es el primer impulso. Tenemos una división, un reflejo retorcido de una frontera con grandes tensiones recreada casi imperceptiblemente en espacios públicos de Barcelona. Aquí la obra se convierte en el eco de conflictos territoriales internacionales que se va transformando siempre en otra cosa (y esto no solo sucede dentro de la rambla del Raval, sino también en la rambla de las Flores). Se trata de una red compleja, ya que la proyección de sus propios conflictos territoriales está llena de matices, no es tan nítida como la presentan los medios de comunicación. Quizá la vida siempre funciona así. El “existir” siempre se da de formas múltiples y diversas que difícilmente se transfieren sin pérdidas a un registro visual o escrito.
En cualquier caso, mirando el proceso de trabajo retrospectivamente, lo que más dudas me ocasionó el “conflicto” nocturno de la Rambla era tener que ejercer –paradójicamente– el papel de amplificador de un nuevo, callado y supuesto enfrenamiento. He pretendido mostrar mis idas y vueltas, mis intentos por plasmar una realidad hipotética desde su propio cuestionamiento, desde mi cercanía a ella y de doble filo al querer revelar algo de ella sin darle la espalda.

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