Montse López Páez

Mujer joven (1999-01)

Del 22 de marzo al 16 de abril de 2001

Venimos al mundo con un cuerpo vestido de piel y dotado de género, y tanto la piel como el género marcan de una forma probablemente definitiva nuestra entrada en la sociedad. El trabajo de Montse López se centra básicamente en una de estas condiciones determinadas por la biología: el nacer con cuerpo de mujer.

Hace unos años, los roles femeninos y masculinos estaban (y hablo deliberadamente en pasado) claramente diferenciados. El hogar y la familia eran el ámbito en el que se movía la mujer, y en este ámbito los valores de afectuosidad, discreción y abnegación eran muy apreciados. Los asuntos relacionados con el mundo fuera del hogar concernían al hombre, quien, con su trabajo, mantenía económicamente a la familia, formada por mujer, prole y, en algunos casos, otros parientes.

La mujer de hoy ya no vive esa realidad. Por razones como, básicamente, la educación y la economía, la mujer ha podido salir de la urna de cristal familiar donde estaba protegida y ha entrado de lleno en el mundo social. La gran revolución tuvo lugar durante los años sesenta y determinó a la mujer actual, que, aun habiendo accedido a ámbitos tradicionalmente masculinos, sigue siendo intrínsecamente distinta. Quizás alrededor de esa idea nace el proyecto «Mujer joven».

Partimos de unas imágenes en blanco y negro, el DNI de las 28 mujeres que han colaborado en el proyecto. Ese bajo vientre es su identidad, su punto de partida vital, su máxima intimidad. En la siguiente serie de fotografías nos alejamos del motivo para observarlo en su ambiente íntimo, en su casa y, en este caso, en color. La artista deja escoger a las colaboradoras la situación en la que quieren ser fotografiadas.

Encontramos acciones cotidianas históricamente ligadas al papel femenino (cocina, cama, plancha) junto a otras de un cariz más íntimo y personal.

La última parte del proyecto está compuesta de imágenes en movimiento donde las protagonistas se encuentran en un espacio público: la exposición de sus retratos.

El hecho que las une es el haber participado en esta obra, realizada también por una mujer. En «Mujer joven», es una mujer quien contempla a otras mujeres, pero esta vez las modelos no posan, sino que participan activamente en el proyecto.

La independencia económica y la participación de la mujer en las decisiones de la comunidad no invalidan ni la sensibilidad, ni la cotidianidad, ni la reflexión en torno a la propia identidad, como seres humanos ante todo y también como mujeres. De hecho, lo que define a una mujer no es solamente el cuerpo y sus atributos, sino cierta manera de enfrentarse al mundo, a la realidad de las cosas, a un equilibrio entre lo que somos y lo que queremos ser, entre cómo nos ven los demás (o cómo creemos que nos ven) y cómo queremos ser vistas. Considero que posiblemente existe una manera femenina de vivir. Quizás la mujer habla más de sus experiencias, comunica sus sentimientos y dialoga con los demás con todas sus consecuencias; es decir, es capaz de modificar su discurso en función de esa interacción. E incluso argumenta sus posturas de una manera más reflexiva.

En «Mujer joven» vemos y escuchamos imágenes e instantes de intimidad de una serie de mujeres que quieren hablar y mostrarse. Su colaboración en el proyecto ha sido absoluta.

Marta Ponsa