Kidult magic show
Kidult magic show
Kidult magic show
Nuria Marques

Kidult magic show. Espectáculo

Del 11 de julio al 8 de septiembre 2002

Una pastilla, un espectáculo
Generación tras generación el deseo de huir de la realidad siempre se ha manifestado en el arte camuflado bajo formas cambiantes. Porque la realidad no gusta, no complace, no cumple con lo que se espera de ella, no se adapta a nuestras exigencias, no nos hace sentir (siempre) felices, no nos aporta la ilusión necesaria. Y porque a menudo defrauda, inquieta, asusta, aísla, moldea, nos hace como quiere. O entorpece que podamos ser, como creemos ser o como queremos ser. 

Frente a semejante contrariedad son numerosas las opciones que se presentan desde el arte o a través de él. Para evadir la realidad. O para huir de ella. Para llegar a creer que no existe a pesar de saber que esto es imposible. Para creer que es distinta a cómo la vemos. Para ayudarnos a soportar mejor su crueldad. Para estimularnos a seguir pensando. Quizás en otro mundo. Quizás mejor.
No sé por qué razón, la obra de Nuria Marques gira en torno a un viaje o, mejor aún, a una huida, de modo que lo que nos propone es una evasión de la realidad. Y en sus inicios por obra y gracia de uno de los fetiches de nuestra sociedad contemporánea: los fármacos, una pastilla o, para ser más precisos, un ansiolítico. Y es que, sin hacer apología de sus virtudes, ¿quién no ha experimentado nunca su efecto?, ¿o quién, al tomárselo, no se ha sentido como si se marchara de este mundo, como si fuera feliz o empezara a serlo?
Todo se arregla con una pastilla. O, como mínimo, nuestra felicidad. Era esto lo que Nuria quería hacernos comprender. Y para ello nada mejor que una imagen inmediata junto a las promesas de un ansiolítico. Con una estética rápida. Sobre todo rápida y sin complicaciones. Por ejemplo, la de los iconos que ilustran las instrucciones de salvamento. En el caso de un accidente. De avión. O a través de una estética kidult: aquélla que la artista identifica con la de ciertos adultos. Con la de aquéllos que todavía no saben que hace tiempo que dejaron de ser niños. O con la de aquéllos que siendo adultos siguen siendo, sobre todo, infantiles.

Amparándose en la inmediatez de una iconografía rápida y eficaz, lo que Nuria nos propone son viajes de ida y vuelta. Coloristas botes de salvamento para cada uno de nuestros días grises. Válvulas de escape aunque no sean para siempre. Es decir, momentáneas. Porque el punto negro de su propuesta saltaba a la vista al rato de percibirla: el efecto de una pastilla no dura nunca toda una vida. De modo que, al mermar, uno se vuelve como antes. Vuelve a verse como era. Es decir, infeliz. Comprende que todo está determinado por una fecha de caducidad. 
Ahondando en las válvulas de escape que, aunque momentáneamente, nos endulzan la vida, ahora Nuria se inmiscuye en un mundo distinto y alternativo. En nuestro mundo. Es decir, en el de siempre. Aunque sepamos que también se nos engaña. Es un mundo en el que la ilusión se erige como la solución a nuestros anhelos. De felicidad.
Y es al ilusionismo, a la magia, a la aparición y a la desaparición a lo que la artista nos remite con su Kidult Magic Show, un espectáculo de magia para adultos que no lo son. O para niños mayores. Un espectáculo en color en el que el engaño se hace evidente. Y un espectáculo falso en el que la trampa salta a la vista. Pero ¿qué mas da que sea evidente cuando todos sabemos lo que se esconde detrás? Para evadirse de la realidad o para entenderla de otro modo o para apreciarla de una forma distinta o para huir un rato de ella es para lo que Nuria crea unas obras en las que la imagen lo es casi todo. El resto es de los que crean que su inmediatez no es cierta.

Frederic Montornés


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