Creació Jove Mercè'99
"Un escrit con significaciones parte de una localización concreta y seleccionada de lo que se quiere transmitir".
Una de las premisas del arte contemporáneo de esta década nos muestra el abanico de significaciones producidas por los medios que todos tenemos al alcance. Hay muestras suficientes de estas multiespecies traducidas en un conjunto de datos.
Hace más de tres décadas, los denominados nuevos comportamientos artísticos abogaron por una reacción frente al objeto artístico tradicional y la creciente mercantilización del arte, defendiendo la superación de sus límites, la ruptura de fronteras entre las disciplinas, la negación de cualquiera jerarquía en relación con la utilización de técnicas y materiales, el trastorno del concepto estético, el cambio de rol del artista como creador y teorizador de su obra y el papel cada ves más activo del espectador.
Hoy recurrir a la distinción de géneros es, cuando menos, difícil, si tenemos en cuenta la intervención de lo que se quiere explicar antes que los mismos signos identificativos y específicos.
Podríamos decir que el arte es siempre el reflejo de su tiempo. Del mismo modo que cuando los historiadores y arqueólogos se acercan al estudio de tiempos pasados analizan las manifestaciones artísticas para conocer algo más del pensamiento, los sentimientos y, en definitiva, la concepción del mundo de la sociedad que las ha generado, los proyectos de los artistas contemporáneos se convierten en el retrato perfecto, a veces involuntario, del espíritu, las contradicciones, las carencias, los anhelos y los deseos de este fin de siglo que nos ha tocado vivir.
Sin embargo, la contemporaneidad más inmediata también ha construido a su alrededor un cúmulo de propiedades y prioridades, donde lo que es importante viene dado por muchos factores, pero por encima de todo, por cómo se traducen los resultados y cuál es el producto final realizado.
De algún modo, los artistas intentan, con sus trabajos, encontrar sentido a los tiempos que vivimos, planteándonos interrogantes que nos ayuden a entender el mundo y a nosotros mismos.
La continua revisión y reactualización de herramientas modernas, como la fotografía, el arte electrónico o el vídeo nos vuelve a organizar unos territorios de constantes cambios de actitudes, utilizaciones y manipulaciones de estos bajo nuevas miradas. Miradas atentas, una vez más, a expresar, describir o explicar, más que a formalizar en un sentido puro o a proyectar sin un guión previo.
A sólo un año del fin de un siglo que coincide con el fin de un milenio, vivimos en un impasse de redefinición social, económica, política y cultural marcada por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. El futuro, en el que el concepto de aldea global es ya una realidad, se adivina transcultural y descentralizado.
La globalización, el multiculturalismo, el fin del etnocentrismo occidental, la tiranía de la velocidad, la aparición de lo virtual y la omnipresencia de los nuevos medios tecnológicos son algunos de los factores que generan una transformación del hecho creativo, que se traduce en una gran heterogeneidad de las producciones, la diversidad de los procesos creativos y el distanciamiento del artista de los fenómenos de culturización.
Entendidas, pues, estas variables, podríamos decir que nos disponemos a acometer de una manera clara: actos significativos concretados.
L. Górriz/Dalmau
Montse Badia