Especies de espacios. Extensions i metàfores de la fotografia contemporània al Perú
El proyecto de esta exposición arranca del interés suscitado por algunas muestras de jóvenes fotógrafos peruanos en Lima, La Habana, Nueva York, París, Madrid, Barcelona y Valencia en las que, de manera individual, se empezó a insinuar la existencia de una nueva generación de artistas que trabajan con el soporte fotográfico desde una perspectiva experimental. Así pues, podemos referirnos a la consolidación de una "nueva fotografía" en Perú protagonizada por los más jóvenes, que trabajan con el paisaje, la realidad social, el documento, el testimonio, la memoria, el exotismo y otras variantes de la fotografía e, incluso, de la antifotografía.
Si hay un elemento común a todos los artistas de la muestra, este es el fundamento experimental y conceptual que da origen a sus trabajos, con el objetivo primordial de potenciar al máximo la capacidad de invención de la fotografía. A ninguno de ellos le interesa la reproducción de la realidad tal como esta se manifiesta o aparece, sino la producción misma de realidad sin referentes: formas, superficies, volúmenes y especies de espacios se convierten en objeto de desocultación para el ojo de la cámara, cuya sensibilidad parece acentuarse en este proceso descodificador de la inmediatez de lo que aparece.
El redescubrimiento del lenguaje fotográfico en Perú, que tiene sus raíces en una sólida tradición fotográfica, he repercutido en el desarrollo del arte contemporáneo en este país, perceptible sobre todo en el dominio de la instalación y del vídeo. Así, el ingreso de Perú en los circuitos internacionales de arte contemporáneo se ha logrado recientemente gracias a la participación de algunos de estos jóvenes fotógrafos.
Los paisajes de Luz María de Bedoya están identificados con los desiertos costeños, a raíz de un recorrido, de ida y vuelta, desde Lima hasta el extremo norte del país; y a la inversa, desde la misma ciudad hasta el extremo sur.
Morgana Vargas Llosa es una de las artistas más jóvenes, pero cuenta ya con una trayectoria sorprendente en la que la investigación del soporte fotográfico resulta indispensable para conseguir los efectos que ella espera partiendo de mundos reales, casi domésticos por su proximidad, pero que nos suelen pasar desapercibidos. De Lima a Kosovo, la artista recorre el mundo, aunque reside en España.
El exotismo de las imágenes de Michael Tweddle se basa en las superposiciones de elementos animales o vegetales sobre un desnudo de mujer, lo que constituye sin duda un ejemplo de la divesidad de planteamientos de la fotografía en Perú. Sol Toledo, que adoptó la fotografía como evolución de su escultura, también muestra imágenes que conviven en la inmediatez de lo cotidiano tal y como se presenta en los ojos pertenecientes a los rostros ausentes de los miembros de su familia, raptados por la cámara y revelados sobre unas gasas blancas.
La fotografía comprometida de Milagros de la Torre desborda cualquier clasificación en cuanto a la calidad estética y artística de sus imágenes. El trabajo presentado en la muestra reproduce los fragmentos de tres cuerpos de "desaparecidos" bajo la sombría iluminación de la muerte.
María Cecilia Piazza inventa una ventana, la de su casa de Nueva York, que separa un interior sin luz, espejo de su propia oscuridad, de un paisaje urbano cuya perspectiva se prolonga indefinidamente.
Anamaría McCarthy se toma como sujeto y objeto de su obra, dirigiendo excepcionalmente la mirada sobre sí misma. Lo que secuestra el ojo de la cámara son figuras y cosas que cohabitan en una memoria que no renuncia a su pasado y que no acepta la muerte. Su primer vestido, unos zapatos y los retratos de su abuela constituyen lo esencial de su equipaje.
Los mapas de Perú de Flavia Gandolfo, obtenidos fotográficamente a partir de los dibujos contenidos en cuadernos escolares, constituyen un significativo síntoma de esta territorialización del lugar, que no se deja clasificar y que, no obstante, amplía su significación paradójica.
Menene Gras Balaguer