Primer plano de ella gritando
Pol González Novell (Barcelona, 1982) es director de fotografía y realizador formado en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC). Como guionista y director de varios cortometrajes de ficción, ha desarrollado un estilo visual preciso y austero. Sus historias se centran en la incomunicación y los conflictos latentes en las relaciones humanas. Paralelamente, colabora como realizador, director de fotografía y editor con el centro de producción Hangar.org y con otros creadores contemporáneos. De este modo, su trabajo se ha ido enriqueciendo con dinámicas y procesos de ambas disciplinas que convierten su mirada en un lugar de expansión y constante aprendizaje.
Su proyecto Primer plano de ella gritando se basa en la realización de un cortometraje que explora la naturaleza de la imagen fílmica y la autonomía propia de un relato de ficción. El recurso vertebral en toda la obra se centra en la recuperación de instantes del proceso de construcción ficcional. Aunque el discurso de esta obra es próximo a la metanarrativa propia de algunos medios artísticos, Pol González es fiel a las nociones básicas del lenguaje del cine como punto de partida.
Un suceso ocurrido en su experiencia profesional tal vez nos permite encontrar herramientas de lectura o aproximación a este proyecto. Pol González nos relata que durante 2003, cuando trabajaba en el equipo de J. M. Garnelo, una disputa entre la actriz principal y el director del cortometraje provocó que ella abandonase el rodaje sin haber terminado la escena clímax. El director decidió recortar la escena y editarla con los planos que ya tenía. Después de un primer visionado, consideró que al final de la secuencia le faltaba un primer plano de la actriz. Ante la imposibilidad de rodarlo, tomó la decisión de introducir en su lugar un texto sobre fondo negro en el que se leía: PP de ella gritando. El montaje se presentó ante un grupo reducido de amigos que aceptaron dicha sustitución de forma natural, como si se tratara de algo provisional. No obstante, al terminar la película algo había sucedido sin que hubiesen tomado conciencia de ello.
La producción de una película es esencialmente un proceso mediante el cual llevamos una imagen mental a una realidad tangible. Desde que se escribe el guión hasta que finalmente se ve la película, esta imagen se va construyendo con cada decisión tomada –y se transforma en imagen real mediante cada plano rodado. Por ejemplo, colocamos la cámara. El actor está fuera de plano esperando su entrada. El plano queda vacío unos instantes. La cámara empieza a filmar y el actor entra en el plano como personaje. La imagen mental se disipa y es sustituida por la imagen real. La película cobra vida, ya no nos pertenece.
¿Pero qué sucedería si nos detuviésemos antes? Si no entrase el actor y solo tuviésemos el plano vacío, cuya composición sugiere la presencia de un personaje todavía ausente. El objetivo de la cámara no conseguiría engullir la imagen mental por completo y esta se encontraría en un punto de equilibrio entre la imaginación y la realidad, en un estado prediegético. Si entendemos la diégesis como la construcción imaginaria, el espacio y el tiempo ficcional en el que opera la película, el universo asumido donde tiene lugar la narración, los planos concebidos tal y como hemos mencionado anteriormente quedan en el aire. La no aparición en escena del actor ofrece el contexto, pero elude lo concreto y el espectador se ve obligado a concretar la historia –dando forma a un personaje ausente. De este modo, el personaje, sus acciones, la manera de moverse y sus expresiones tienen que existir subjetivamente en cada espectador y la narración ante la que nos situamos no corresponde del todo a la imagen mental prefijada, ni tampoco es aún la película. Si al fin conseguimos articular la narración a partir de estas imágenes prediegéticas, la ficción se construirá irremediablemente en un espacio compartido entre la pieza fílmica y la imaginación del espectador. De este modo, Primer plano de ella gritando se plantea como una conversación. Pol González empieza el diálogo y, al mismo tiempo, incita al espectador a que sea su interlocutor. Esta idea como tal necesita entonces al espectador para sustentar todo el relato. Toda la narración, construida sobre imágenes incompletas, permite al espectador apropiarse de una parte de la historia. El resultado final ya no es una película sino la idea de una película.
Colaboradores
Agraïment a Zeferino SA, Baker Tilly SL