Cuando cierres los ojos
Indomesticar la mirada
Las primeras propuestas de Nuria Canal que vi me llamaron la atención por la naturalidad con que formulaban un gesto esencialmente crítico. Canal desplazaba silenciosamente su propio contexto privado y cotidiano al medio artístico, y conseguía mantenerlo sin pretensiones, tal como era, un espacio de un lado anodino, dessabeït y común, y por otro lado habitado y particular. Por ejemplo, en Instalación 001 (1991) las canciones sentimentales que emitía una radio invadían el espacio que circundaba una cama a medio hacer. La espontaneidad de aquellos fragmentos de espacios privados, como pequeñas metáforas de la verdad de las cosas, contrastaban tímidamente pero decidía con las pretensiones culturales de los espacios expositivos y de las obras que fielmente se adaptaban al decorado artístico del escenario. La joie de vivre (1991), una sencilla fotografía de un rincón de la cocina de su casa, aparecía junto a Vista de la instalación (1991), un cibachrome de grandes dimensiones. La mesa, las dos sillas y las pieles de lichee protagonistas de la primera imagen habían perdido el aire despreocupado y sugerente y ponían ahora con gesto grave para dar fe del espectáculo. Camuflada en la misma mirada del artista, aquel gesto manifestaba abiertamente la voluntad de cuestionar el << nuevo orden de visión >> creado desde los parámetros la voluntad de cuestionar el << nuevo orden de visión >> creado desde los parámetros modernistas. Este objetivo compartía propósitos con la intención de otorgar protagonismo único en el que Canal define bellamente como un tiempo que nunca tiene primer plano.
Por otra parte, la ironía era un juego demasiado fácil y suponía establecer una relación desconsiderada con el público que al artista no le ha interesado nunca. Al contrario, su trabajo se produce siempre en un registro de voz anti-jerárquico y desde una franca vocación comunicativa. ¿Qué sentido tendría, si no fuera así, todo ritual expositivo y el trabajo en este campo, se pregunta Canal?
De esta conciencia de profunda discordancia entre la forma de entender su actividad y la que reclaman los estándares culturales -juicios de valor a partir de los cuales se imponen presupuestos interpretativos a nuestra experiencia de la realidad en general y en la producción y recepción creativa, en particular- partieron las siguientes propuestas de Canal. La distancia hacia las claves normativas de la visualidad y el desafío de la exposición como uno de los medios donde éstas a menudo se legitiman en el mundo del arte se convirtieron en puntos de partida implícitos en todos los proyectos y explícitos en la forma como se plantea su actividad profesional.
La apuesta de Canal por el vídeo no me parece, pues, meramente accidental. Aparte de su propia producción y participación en muestras de vídeo, el artista se interesa por vías alternativas de producción y recepción al margen de los deformados canales culturales. En 1992 crea con Toni Serra, artista que trabaja básicamente en vídeo, su propia firma, << ME pierda productions >> y desde hace dos años es codirectora de la << Muestra de Vídeo Independiente de Brcelona >>, actividad que propone la divulgación de una amplia selección de videos nacionales e internacionales.
Como nos indica la joven historia de este medio utilizado por los artistas desde finales de los sesenta, este << producto cultural >> ha sido siempre ambiguamente clasificado en los medios establecidos. De hecho, el vídeo, como ocurrió a mediados de siglo con la fotografía -y dentro de su ámbito un cierto tipo de vídeo y fotografía poco << experimental >> (que no hace de la investigación de los códigos de lenguaje interés artístico prioritario) -, sigue puesto en cuarentena en los medios << homologados >>. Lo que está en juego son los privilegios adquiridos por tradición más que por méritos propios de ciertos lenguajes artísticos y, sobre todo, una limitada manera de entender la cultura contemporánea. No es pues casual que algunas de las propuestas más críticas sobre la esterilidad a la que nos condena la definición de << cultura >> en las sociedades occidentales, sus instituciones y sus portavoces hayan sido hechas desde el vídeo y desde la fotografía. Como a menudo han mostrado un buen número de artistas de nuestro siglo la delimitación y defensa de un territorio Cultural (con mayúsculas) es una de las estrategias del poder para preservar el << su derecho >> a un trato autoritario y mantener una relación paternal con las audiencias.
Basic Kit (1994) y Te sentirás Limpia (1995), sus dos últimos vídeos, se enmarcan, en mi opinión, en la larga tradición del vídeo hecho por mujeres que desde las primeras generaciones fueron pioneras en explorar las realidades socioeconómicas , ideológicas y políticas de la cultura. Hoy en día, es evidente que una importante parte de la producción en vídeo hecha por mujeres está dedicada a construir nuevos sentidos en las imágenes y los discursos y así descentrar los modelos de visión asimilados y proyectados desde el patriarcado, aquellos que funcionan en los < <elaborados >> estándares culturales, ello como en los sencillos patrones por los que se rige la cultura de masas.
Basic Kit comienza con la confesión de una mujer, una amiga del artista, a otra (en este caso, nosotros las receptoras) de una serie de reflexiones sobre su relación sentimental, material que la propia artista grabó en la intimidad de una conversación privada. Esta voz, en off durante todo el vídeo, entra en un sutil diálogo con las imágenes de los rostros y poses de mujeres registradas de las telenovelas, y con las letras y música de las mismas canciones de estos seriales televisivos. Las afirmaciones, dudas y preguntas de esta amiga del artista proponen una matizada lectura de unas imágenes que en otro contexto, hoy, descartaríamos rápidamente como estereotipadas.
Canal juega precisamente con nuestra recepción de este material. A partir de la demostración del mundo del sentimiento, la pasión, las emociones, la debilidad, la dependencia, etc. En asociación unívoca con el mundo femenino, Canal nos propone repensar esta relación al margen de los esquemas de significación heredados. Asimismo, se trataría también de evitar la trampa de invertir el punto de vista colocándolo en el mundo victimizado. Por lo tanto, la vía está abierta para otra mirada, indomesticada, que nos conduciría a una lectura nueva y visiblemente más rica, articulada y compleja de ambos mundos: el emocional y el femenino. Esta es, de hecho, una de las direcciones clave del trabajo de Canal, que le permite adentrarse en el fascinante territorio de los sentimientos y de la voluntad, del ser y de la palabra, del sentir y del pensar, de la conversación y del lenguaje, sin necesidad de disociarlos simplistamente como a menudo ha hecho el punto de vista dominante (eminentemente masculino). En este sentido, el trabajo Algunas imágenes (1994) es, en mi opinión, una de las obras más brutales y sugerentes. Ciento sesenta ocho primeros planos de mujeres que lloran (imágenes de la ficción y de la realidad) y un duratrans de grandes dimensiones se proyectan orientados al espacio exterior de la calle. Un sencillo y potente canto, entre homenaje y reivindicación, al valor significativo, el matiz, la densidad de uno de los gestos más representativos del mundo emocional.
El sonido, a menudo también grabado de la televisión o de la radio, es un aspecto protagonista en los vídeos de Canal. A Te sentirás Limpia (1995) es el hilo argumental que dialoga con las imágenes. De nuevo, el artista trabaja a partir de un bombardeo de imágenes de mujeres, principalmente, extraídas de conocidos mensajes publicitarios de TV, de donde también proviene el título del vídeo (un conocido eslogan utilizado para la promoción de compresas femeninas ). En este caso, se trata de mujeres en situaciones intercaladas de desorientación, placer y angustia, editadas a ritmo de thriller trepidante. Más allá de un interés por la analítica deconstrucción de su mensaje subliminal, existe la intención de una lectura personal, abierta y creativa de estas imágenes. La idea de disfrutar de la intimidad con el propio cuerpo, del << ser y sentirse >> mujer autosuficiente, de conseguir una habitación propia o un << momento privado >>, (todos ellos mensajes originariamente cargados de feminismo combativo y utilizados hoy con fines comerciales para la publicidad), toman en la cinta un marcado carácter sexual, sugiriendo escenas de masturbación, sadomasoquismo, pornografía, voyeurismo femenino y escopofilia. Desde esta perspectiva, el encadenamiento de estas escenas conecta la idea de << limpieza >> a la visión y ésta a la de placer.
Al principio de los años 70, Laura Mulvey, crítica y directora de cine, investigaba a partir del psicoanálisis como el cine << refleja, revela e incluso participa en la correcta y socialmente establecida interpretación de la diferencia sexual que controla las imágenes, las formas eróticas de mirar y el espectáculo >>. Mulvey invitaba en este artículo clave para la teoría del arte y la producción artística a iniciar el proyecto feminista avanzando << en la comprensión del status quo del orden patriarcal >>. Después de más de veinte años de propuestas en esta dirección, podemos decir que el trabajo de Canal no sólo demuestra la conciencia del funcionamiento de estos estándares dentro del lenguaje visual sino que también ofrece, como Mulvey proponía, la liberación de la imagen de la mujer del orden simbólico en el que ha sido atrapada, la decodificación de la formulación masculina de lo erótico y la reivindicación de un ojo femenino diverso e inclasificable (como agente y como receptor).
Las relaciones de afecto y de amor en sus registros más amplios y explicadas desde un punto de vista estrictamente personal -sus amigos y amigas- son un punto de vista estrictamente personal -sus amigos y amigas- son un tema fundamental en todo el trabajo de Canal. Por ejemplo, la serie de fotografías Iltre otro (1991) en el que el artista aparece vestida con la ropa con la que, según nos indica, << Había legadas a reconocia una serie de mujeres a las que veía habitualmente >>; el vídeo titulado Apuntes (1994), donde sus amigos y amigas se pasean por delante del ojo de la cámara, un ojo que no parpadea y le permite, en mi opinión, una prolongación de su obsesiva mirada de << la otro >> -que es a la vez el ojo que la mira a sí misma-; también Abrazos (1996), serie de 15 fotografías de abrazos con personas de su entorno que retratan la especial relación con ellas y la unicidad de cada una de estas experiencias, y la serie Besos, una derivación de este trabajo que se encuentra en proceso. Es importante constatar cómo el artista ha elegido unas temáticas tradicionalmente femeninas y, curiosamente, como nos recuerda recientemente la escritora Laura Freixas en el magnífico prólogo de una antología de cuentos de escritoras españolas, devaluadas como tema de primera clase, como lo han sido la mayoría de temas que han interesado especialmente las mujeres. Con esta selección, Canal parece indicarnos que es necesario y crítico leer el ámbito de las relaciones personales de afecto y de amor no tanto como la jaula donde se ha relegado la feminidad sino como un ámbito privilegiado afortunadamente para las mujeres en su vida y en su producción. Sin ánimo de universalizar las respuestas que Canal se da a sí misma sobre cómo funcionan las cosas en este fascinante y complejo territorio, estas situaciones amorosas convierten en la propuesta que presenta en La Capilla el eje principal de una nueva temática.
Cuando cierres los ojos (1996) es una instalación audiovisual realizada especialmente para esta impresionante obra arquitectónica que en otro tiempo fue espacio donde se celebraba la liturgia católica. En la parte central de la única nave, el artista proyecta la imagen clara de unos ojos abiertos que quedan situados en frente del espectador / a que entra en La Capella. En este mismo espacio y en situación paralela, una serie continua de primeros planos de rostros sonrientes, bocas cerradas, ojos vendados, manos atadas, pies inmovilizados ... evocan estados representativos de los mecanismos de seducción y dominación que actúan en toda relación con otro. Las imágenes reflejan el punto de vista de la dominación y el de la entrega, el del poder y el de la sumisión, pero desdibujan y confunden el placer del poder sobre el otro, con el que se consigue en la entrega total y voluntaria al otro. El sonido, hecho con la colaboración del compositor Víctor Nubla, es de nuevo un elemento que conversa con las imágenes, el espectador y el espacio. En las capillas laterales, aisladas del cuerpo principal, las proyecciones de imágenes -espacios, objetos, personajes, naturaleza- sugieren de forma metafórica, a diferencia de las de la nave central, las vivencias propiamente íntimas y particulares. Cuando cierres los ojos parece invitar paradójicamente a << mirar >>, provocado una mirada que no adapte el ojo al agujero de la puerta duchampiana.