Futurs possibles
El arte y el diseño son actividades simbolizadoras, construcciones simbólicas como la filosofía o la ciencia de las que nos dotamos los humanos para dar sentido a la realidad que nos rodea. El arte y el diseño, por tanto, son formas de conocimiento, constructores de sentido. Sin embargo, en la cultura contemporánea la construcción de sentido no es una tarea fácil. Desde el «Dios ha muerto» de Nietzsche y la consecuente pérdida del referente último que da sentido a todos los demás símbolos, el nihilismo es la base de nuestra condición existencial. Desde mi punto de vista, a partir de aquí se plantean como mínimo dos direcciones para el artista. Una es afirmar que la obra de arte es como una «carcasa vacía», como una forma que ha perdido su contenido, metáfora del nihilismo, aquello que veía Eugenio Trías en la obra de Marcel Duchamp. Otra es la de considerar el hecho artístico como un acto existencial, como afirmación de ese proyecto que se vive subjetivamente del que hablaba Sartre. Si el ser humano está condenado a ser libre, si el ser humano tiene que construir un sentido de su vida, si sus actos son los elementos básicos e ineludibles, los hilos con los que se teje la tela de su vida, el hecho artístico puede ser uno de esos generadores de sentido. La obra del escultor Giacometti puede reflejar esa condición existencial del hombre moderno entre el ser y la nada.
Dentro de todo esto ¿cuál debe ser la función de las escuelas de arte y diseño? Sabemos muy bien que no se pueden limitar tan sólo a enseñar una serie de técnicas y describir cómo se han practicado a lo largo del tiempo. Sabemos también que estas instituciones de enseñanza son fundamentales para la creación y el mantenimiento de una auténtica cultura artística en nuestra sociedad, aunque en muchas ocasiones no lo reconozcan así las autoridades que detentan el poder. Las escuelas de arte y diseño deben tener una profunda conexión con el presente, pero ha de ser una conexión crítica, una visión crítica que plantee respuestas posibles tanto a los mundos propios del arte y el diseño como a aquellos, más amplios, inmersos en la situación global. Las escuelas de arte y diseño tienen que contribuir a infundir cierta actitud, cierta mirada que haga posible la profundización en los valores humanos y la construcción de una obra con sentido. Eso sólo se puede hacer desarrollando las poéticas individuales de cada alumno, pero a partir de la convicción de que el arte no es un mero juego de formas o el diseño no es la simple respuesta a las necesidades del mercado. Es decir, a partir de la convicción de que el arte y el diseño son constructores de sentido que pueden dar una mayor profundidad a los alumnos como seres humanos y a su obra como plasmación de su relación con el mundo.
Esta exposición pretende dar a conocer el trabajo de los alumnos de la Escola Massana realizado durante los últimos años. El centro de la muestra no es el discurso del comisario, sino las propias obras presentadas y la realidad pedagógica que las hace posibles. Los trabajos seleccionados tienen un indudable valor en sí mismos en tanto que obras de arte o proyectos de diseño, pero al mismo tiempo son los resultados tangibles de los procesos pedagógicos y de los rasgos diferenciales que a lo largo del tiempo han ido formando la idiosincrasia de la Escola Massana. La obra que estos jóvenes artistas y diseñadores ahora empiezan a mostrar forma una de las bases de las que se nutrirá el futuro.
El primer rasgo que hay que destacar es sin duda el de la multiplicidad de lenguajes, técnicas y formalizaciones que podemos encontrar en esta exposición. Esto responde al amplio abanico de especialidades artísticas y de diseño que se imparten en la Escola Massana y a la gran diversidad en la procedencia de sus alumnos. La presencia de alumnos no sólo de España y Europa, sino también de Asia y Latinoamérica, ha convertido la Escola Massana en uno de los centros de enseñanza más cosmopolitas.
La riqueza de esta suma de identidades y especialidades se plasma también en la posibilidad de que el trabajo de los alumnos en una determinada especialidad se deje influir por otras disciplinas. Ello es evidente en las artes plásticas, pero también en las aplicadas y los diseños.
En esta exposición no hemos separado las piezas por disciplinas, sino por afinidades poéticas o por las relaciones que establecen con el espacio de la Capella. Pretendemos así intensificar la diversidad de lecturas e interpretaciones por parte del público.
Hemos querido también ofrecer la información imprescindible para dar algunas claves que ayuden a comprender el proceso pedagógico del que surgen las obras expuestas.
De esta manera, una vez seleccionadas las piezas para la exposición, las hemos agrupado en cinco ámbitos temáticos que marcan la posibilidad de un itinerario para el visitante: la ciudad, el cuerpo, el espacio, la forma y las utopías. Se trata sólo de una entre las muchas ordenaciones posibles, pero puede ayudar a descubrir la riqueza formal y temática de l obras expuestas.
No es fácil describir las numerosas poéticas que podemos ver en los trabajos expuestos. Sin embargo, en las artes plásticas (pintura y escultura) encontramos una intensa conexión con las líneas de conducta más actuales en estas disciplinas. Los alumnos de escultura tienden a plantear su trabajo en relación con el entorno físico y urbano, en relación con su propio cuerpo o explorando las posibilidades significativas o poéticas de los objetos. En pintura podemos observar una tendencia a la abstracción que se plasma tanto en la investigación de los elementos perceptivos ligados al mundo natural como en la construcción de universos imaginados. Sin embargo, también podemos encontrar la recreación poética y de pequeña escala de universos íntimos o el trabajo a partir de la repetición de un mismo patrón formal a partir del cual se establecen variaciones.
En la pedagogía de las artes aplicadas (joyería, cerámica, laca, vidrieras, esmaltes, técnicas pictóricas murales, grabado) se ha producido un cambio radical con respecto a la enseñanza de estas disciplinas en otros centros. La idea central ha sido la ruptura con las tradiciones formales que las encorsetaban en parámetros formales muy estrechos. Esta ruptura ha hecho posible abrir estas disciplinas a la experimentación, a la variabilidad, a la capacidad expresiva y constructiva del arte de vanguardia, lo que ha supuesto que las artes aplicadas elevaran su nivel formal, expresivo y cognoscitivo y se homologaran a todos los niveles con las artes plásticas.
En los diseños (industrial, de interiores, gráfico, textil y de ilustración) se trabaja a partir de lo que podríamos denominar cierta imagen del ser humano. Los profesores de diseño industrial lo plantean claramente cuando afirman que esta imagen tiene que ser completa, que incluya lo matérico y lo táctil como elementos fundamentales de la percepción humana. Se plantea así una respuesta a los excesos del mundo informático que parece haber multiplicado las posibilidades de información de un extremo a otro del mundo, pero que reduce la capacidad de experimentar con el sentido de la vista y de manipular con la punta de los dedos. Se trata de no perder la imagen de ser humano entero, equilibrado, que interactúa con el mundo matérico. Por tanto, una manera clara de profundizar en estos aspectos es trabajar la forma desde lo táctil y lo muscular, buscando y creando formas desde la exploración y la manipulación que implica todo el cuerpo. Prevalece la idea de un diseño que para su realización exija «mancharse las manos», que conserve las cualidades táctiles y funcionales de los objetos, pero que al mismo tiempo permita una profundización experimental en ellos. La creación de objetos no debe seguir necesariamente los parámetros formales de la moda, ya que esto supone su caducidad inmediata. De la misma manera, se tienen en cuenta las necesidades del mercado, pero con una mirada crítica. También se refleja en estas obras el interés por explorar pedagógicamente las relaciones que pueden establecerse entre las diferentes disciplinas.
Antonio Ontañón