Pulsions

Britta Eppinger, Heimat, 2007

Pulsions

Jordi Requena, Identitas, 2006-2007
Jordi Requena, Sinapsis, 2006-2007
Jordi Requena, Ostium, 2006-2007

Vanessa Prieto, Diario visual, 2007

Pulsions

Jon Elortza, El verdadero hardcore es la sopita de la abuelita, 2007

Jon Elortza, Hay sanbitx o me voy a la cama, 2007

Pulsions

David Gutierrez

Pulsions

Eriko Fukuda

Pulsions

Miquel Samitier, Aequalitas Numerosa, 2007

Pulsions

Carlos Gavilán, 1.000 nudos, 2007

Pulsions

Carlos Gavilán, Formas de tiempo, 2006

Pulsions

Víctor Masferrer, Trànsits, 2006

Pulsions

Mariana Zamarbide, Descansar, 2007

Pulsions

Vanessa Prieto, Diario visual, 2007

Pulsions
Escola Massana

Pulsions

Del 4 de septiembre de 2007 al 6 de enero de 2008

Con el título de "Pulsions", la Escuela Massana y su departamento de Artes Visuales organizan esta exposición -una selección de proyectos finales de alumnos de Arte de la Escuela- a la Capilla del antiguo hospital de la Santa Cruz.

"Pulsión" es una palabra de poco pasado; es nueva y apareció en nuestro vocabulario como consecuencia de encontrar una palabra latina que define adecuadamente el Trieb freudiano, ya que no quería decir instinto, sino más bien empuje. Sea como sea, es indudablemente una palabra que está marcada por el signo de una fuerza manifestada, espontánea y arrebatada. He querido ponerme ante estas obras con la voluntad de escribir, aunque brevemente, sobre cada una de ellas. He querido dejarme llevar por la pulsión interpretativa, y así digo que he visto en la obra de Ariadna Trias unos acoplamientos de imágenes que si bien son reales no comparten ni tiempo ni realidad, sus asociaciones de imágenes generan, como dice el título de su propuesta, una nueva mirada: "re-miradas".

He visto tres obras, una de Britta Eppinger, Heimat, otra de Víctor Masferrer y la tercera de David Gutiérrez que nos proponen adentrarnos en la noción de transporte y viaje. Britta Eppinger alude a la melancolía nostálgica del refugio perdido con un contenedor cálido y cerrado, un lugar del que hemos partido sin garantía de retorno, un viaje que, como indica el objeto -canoa- de Víctor Masferrer, puede adentrarse hacia la espesura frondosa y húmeda de la naturaleza o, da lo mismo, empezar a caminar y hacer un recorrido urbano de carácter iniciático, arrastrando una vieja maleta llena de indicios y memorias tal como ha hecho David Gutiérrez en su viaje a Rius i Taulet.

El reposo y la suspensión corporal ayudan al reencuentro de los recuerdos, el viaje necesita una nueva calma favorecida por lo que nos propone Mariana Zamarbide, las medidas de su propio cuerpo, los moldes suspendidos llevan inscripciones y palabras. Es la advertencia al equilibrio necesario y equidistante. La belleza enigmática de las formas está presente con las obras de Marlon Mas, Miquel Samitier y Carlos Gavilán. En mi opinión, los tres han hecho de la forma una forja, no en el sentido técnico de la palabra, sino una forja mítica: aquella que alude a ellos mismos. Marlon Mas explorando "de su peso a su altura" ha vinculado la forja a la vida; Miquel Samitier con Aequalitas Numerosa luchando contra el iroco, que es una madera dura que le ha permitido torsiones diagonales y espirales inverosímiles como si se tratara de un músculo humano; Carlos Gavilán, con un virtuosismo obsesivo y una compleja trama, ha conseguido 1.000 nudos, con la magia de convertir la linealidad de las cuerdas en un sólido paralelepípedo de nudos que indican vínculo, compromiso y obediencia personal.

Jordi Requena nos abre la puerta, ostium, y nos ofrece la mirada interior hacia un paisaje nunca imaginado en el que los filamentos sanguíneos y los pliegues de las tripas se muestran con la belleza de un paisaje orgánico. Esta disección visiva me lleva directamente al mundo micro-macroscópico de Jon Elortza que, con una habilidad gráfica, ofrece a sus formas circulares la fuerza del color, una dinámica aerocòsmica y la vitalidad de no saber si estamos cerca o lejos del Sol. Eriko Fukuda ha dispuesto sobre la tela indicios ligeros y evanescentes de la naturaleza; la exigencia atenta hacia el detalle es parte de su trabajo. Los pequeños formatos de Vanessa Prieto son soportes para la memoria en los que los personajes, ficticios o reales, crean una atmósfera de recogimiento, una calma tensa tratada con los colores del sueño y el recuerdo. Alejandro Martín es la imagen de la totalidad, en su obra se quieren reunir tanto el mito como el progreso, la figuración y la abstracción, la profundidad y la superficie, oriente y occidente, la pincelada narrativa y la precisión tecnológica del escuadra y el compás.

Terminamos nuestro recorrido con la obra de Marc Ligos. Sus objetos son una especie de metáfora para nuestra pulsión final, dado que implican la imprescindible colaboración del espectador: es el tercer elemento, lo que falta para que juntos, con la obra y el autor, cerramos el círculo del sentido necesario, necesario?