Ruido
Gerardo Suter

Ruido

Del 2 de junio al 25 de septiembre de 2005

LA MEMORIA Y EL DESTINO

Memoria y palimpsesto


Al Teeteto, Platón compara el alma humana con una tabla encerada en la que se van grabando los acontecimientos. Freud, por su parte, la comparará con los wunderblocks. Según él, estos "bloques mágicos" son máquinas escriturarias que se parecen a la forma de funcionar del sistema psíquico en la captación y el procesamiento de las impresiones externas, en tanto que repiten la permanencia de la huella y la virginidad de la sustancia que la acoge. Los "bloques mágicos" se identifican con el dispositivo mismo de la memoria humana. La memoria es una especie de pizarra donde las palabras se inscriben y se borran, pero dejando detrás el resto de una historia que permanece como huella, como palimpsesto.

Memoria y destino aparecen como inscripciones del tiempo en el cuerpo. Esta idea, por ejemplo, es la que subyace en la antigua práctica de la quiromancia: un pasado, un presente y un futuro escritos en la palma de la mano. La palma de la mano actúa en este caso como una página en blanco donde el tiempo inscribe sus trazos y sobre la que va conformando su mapa.

Pero del mismo modo que todo mapa, al establecer sus coordenadas, pone en juego una dialéctica entre orientación y desorientación, la memoria se va conformando a partir de la dialéctica inscripción-borrado.

El antropólogo Marc Augé pone de relieve tanto la existencia del trabajo del olvido en la memoria como su presencia en el recuerdo. Memoria y olvido mantendrían en cierto modo, según él, la misma relación que mantienen vida y muerte, las que se definen la una en relación con la otra. Recordar y olvidar son, para Augé, trabajos similares a la labor del jardinero, que poda y selecciona, que en algunos casos cultiva y en otros arranca.

De la memoria integral a la memoria virgen
El personaje de Borges Funes el memorioso era un hombre que, a causa de un accidente, había perdido completamente la facultad de olvidar. Él "no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las que había percibido o imaginado". Funes arrogaba el tener por sí mismo más recuerdos de los que habrían tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo.

Ante este ejemplo extremo de memoria integral podríamos contraponer una memoria virgen, blanca, un olvido absoluto, una memoria que, lejos de decir "no me acuerdo", dijera, en cambio, "esto no ha pasado nunca". Este memoria carecería de trazos. Se constituiría como una hoja continuamente en blanco, siempre lista para ser recorrida por las posibles trayectorias de una historia.

La vida y las palabras
"Mi memoria está formada principalmente por libros. De hecho, apenas recuerdo mi vida", decía Borges. Sostenía también que, en esta identificación entre las dimensiones reales y literarias de su existencia, consideraba haber viajado en China a partir de la lectura del Tao Te Ching, así como también haber viajado a la India a partir de la lectura de Kipling . Citando Emerson, Borges consideraba que la vida misma podía ser entendida como una larga cita. Pero, realmente se puede establecer un estatuto diferente para la vida y las palabras?

La memoria, entonces, es una especie de pizarra donde las palabras se inscriben y se borran dejando la huella o palimpsesto. Pero la noción de huella mnemónica, lejos de ejercerse sobre los acontecimientos, afecta sobre todo las conexiones narrativas entre los diferentes recuerdos de estos. Las cadenas de significación se convierten, en cada caso, flexibles. El recuerdo se convierte en un incesante movimiento de pasaje que va del presente hasta tiempos necesariamente ficcionales. Esto es porque es el deseo lo que hace suyas las estrategias de la memoria.

La autenticidad de una supuesta vida real se vuelve cada vez más problemática y la identidad se presenta como un conjunto de potenciales y múltiples elecciones. Los acontecimientos se conectan reversibles y probables, se bifurcan y fluctúan y dan lugar a diferentes vidas y en diferentes narraciones.

Las huellas indelebles en el cuerpo, la página en blanco como espacio esencialmente potencial, la aleatoriedad de los trayectos, el estatus de la memoria son algunas de las temáticas abordadas en esta exposición por Gerardo Suter. Los cuerpos se ven atravesados ​​por marcas pasadas y futuras, por lo que se ha vivido y por los pro-yectos el futuro. También por el recuerdo y por el olvido.